Introducción
Con el auge de las redes sociales y una mayor visibilidad de los márgenes y la otredad, las narrativas identitarias discas han ganado presencia en el mainstream. Y esto no gusta a todo el mundo. Para algunas personas resulta chocante que las personas discas tengan una identidad discapacitada.
La discapacidad forma parte de su identidad personal, del mismo modo que el lugar de origen o las creencias espirituales.
Este choque de realidades, entre los márgenes y el mainstream, ha dado lugar a muchos malentendidos y narrativas paralelas que enturbian hasta cierto punto la convivencia.
Discursos, en muchas ocasiones, basados en la falacia del hombre de paja; es decir, se está rebatiendo algo que nadie ha dicho.
Soy, luego persisto
1. La identidad no se define por la permanencia, sino por nuestra persistencia
La identidad personal se constituye por aspectos que:
hemos elegido, como un oficio o interés
te vienen dados: como la discapacidad, la etnia o tu lugar de origen
Lo que tienen en común todos estos elementos es que en un momento preciso han desarrollado el concepto que tienes de ti misme, permitiendo tu persistencia. Sin embargo, eso no significa que no pueda mutar, de hecho, incluso un elemento tan fundamental para algunas personas como la fe, puede variar de un tiempo a otro.
La identidad no es algo monolítico.
2. Identidad no es sinónimo de sentimiento
Sentirse [introduzca condición] no convierte dicha condición en un sentimiento.
Sentirse autista, madre o escritora, no convierte el autismo, la escritura o ser madre en sentimientos.
Aquí, SENTIRSE es sinónimo de SABERSE, es decir, reconocer que esa condición forma parte de tu identidad.
Las reivindicaciones de la comunidad autista no van por el camino del sentir o identificarse, sino del SER.
La identidad va más allá de los sentimientos o emociones que puedas sentir en un momento concreto, sin hacer de menos a los sentimientos.
3. La identidad no romantiza
El discurso identitario es leído por algunas personas como un intento de hacer más atractivo el autismo. Muchas personas piensan que anunciarte públicamente que eres autista en tu bio te otorga un perfil más exótico, y por tanto, más atractivo.
¡Como si fuese una campaña de marketing decir que eres autista!
Esto evidencia dos problemas:
La mercantilización de la otredad para consumo y entretenimiento de neurotípicos. Razón por la cual ven identificarse como autista como si se tratase de un acto de seducción, causando atracción y rechazo simultáneamente cual freak show.
Sobra decir que las personas autistas no tenemos la responsabilidad de las filias y fobias ajenas.
Obvian el alto precio a pagar por ser autista: bullying, desempleo, menor esperanza de vida, soledad, …
4. El discurso identitario de la discapacidad no es nuevo
La primera marcha del Orgullo Disca se celebró por primera vez en Estados Unidos en marzo de 1990 por el reconocimiento de los derechos básicos de las personas discapacitadas. Meses más tarde se acabaría aprobando la Ley para Estadounidenses con Discapacidad.
El movimiento crip data de los años 60 en el país norteamericano y comunidades como la Sorda siempre han reivindicado su identidad y cultura.
A este respecto, recomiendo la película: Crip Camp. Sencillamente maravillosa
5. La identidad no es un acto egoísta
Si bien la identidad personal es la imagen propia, también existe una identidad colectiva compartida por un grupo de personas trabajando por un objetivo común.
Así, el autismo, con las particularidades que cada une le otorga, construye el yo personal.
Pero, al mismo tiempo, existe un autismo colectivo que compartimos todas las personas en el espectro.
Lo que caracteriza ese autismo colectivo son los desafíos y vivencias comunes que trascienden los rasgos propios de cada persona autista, y nos hacen más conscientes de quienes somos y a dónde vamos.
6. La identidad colectiva es clave para exigir derechos
Si limitamos el autismo o la sordera a meras patologías, no hay más reconocimiento posible que el de los derechos del paciente.
Es necesario construir una identidad que cree comunidad para poder exigir derechos tales como son las adaptaciones. El derecho a la accesibilidad arquitectónica vino precisamente de la mano del movimiento crip, porque hasta entonces las personas discas eran efectos secundarios de una enfermedad y no sujetos de derecho.
Para reclamar derechos requerimos construir un sujeto político.
Conclusión
Volviendo a la pregunta que titula este texto, no,
el autismo no es un sentimiento en tanto en cuanto no es un estado de ánimo transitorio ni resultado de las emociones.
Pero la mente autista siente y se emociona de manera propia, constituyendo una identidad. Una identidad que ha sido históricamente maltratada y perseguida por un sistema que ha castigado la diversidad.
Por eso es tan necesario reivindicar y sentir la identidad autista. Sí, sentirla y sentirse para que no sea algo ajeno ni accesorio.
Para que el sentimiento sea de pertenencia.
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