La mala educación
AC: Lenguaje capacitista, insultos
“¡Deja eso, que es de mala educación!”
Seguro que más de una vez te habrán dicho que lo que estás haciendo es de mala educación:
no saludar, no mirar cuando te hablan, “jugar” con la comida, …
Todas ellas conductas neurodivergentes que son sistemáticamente malinterpretadas y corregidas.


Y así 24/7 durante toda tu vida
El correctivo que supone recibir, que eso que haces, como tú eres, es de mala educación, puede resultar demoledor. ¡Y más para alguien con un pensamiento literal!
Primero, te genera confusión por no saber ya cuál es la manera correcta, si cada vez que lo intentas, tu instinto neurodivergente siempre está errado.
Segundo, frustración por no encontrar un patrón entre todas esas correcciones. Y sin un patrón, una coherencia interna, no hay manera de entender qué te están queriendo decir.
Lo que hoy es de mala educación, como no preguntar a alguien qué tal está, en otro contexto puede ser muy inoportuno.
[Has hablado demasiado. Silencio. Vuelve a intentarlo más tarde.]
Algunos gestos, como puede ser saludar de vuelta es más o menos asimilable dentro de la cortesía. Son normas que se mantienen relativamente estables en distintos contextos (aunque sean culturalmente dependientes).
Sin embargo, el mundo neurotípico está lleno de normas arbitrarias y contradictorias, que casualmente siempre perjudican y señalan el comportamiento naturalmente neurodivergente.
ABA: Adultos Básicos Aleccionando
“No mirar a los ojos cuando te hablan es de mala educación”.
“Interrumpir a tu interlocutor es de mala educación”.
Relacionar la mirada con la escucha activa es un constructo, por mucho que se empeñen algunas personas en citar artículos científicos. De lo contrario, ¡no podríamos hablar por teléfono!
Es pura apariencia.
Por eso convertir la mirada autista, ya de por sí patalogizada, en “mala educación” es cruel y arbitrario.
«De buena educación es dejar ser y estar».
“Jugar con la comida es de mala educación”.
Hay tantas cosas mal en esa frase. La mayoría de veces, eso que llaman juego, será simplemente une niñe separando la comida por motivos de textura o color, para, simplemente, procesar mejor lo que tiene en frente. Y, aunque fuera un juego, ¿qué problema hay? El juego es la principal forma de aprender, y es común en el mundo animal que se “juegue” con la comida.
“No pongas los codos sobre la mesa” o “Pon los brazos sobre la mesa”
Habrá quien piense que son dos protocolos distintos de estar en una mesa, lo cual ya sería curioso; pero no. Yo misma he recibido ambas correcciones en contextos casi idénticos. Supongo que la solución al acertijo será un término medio, como colocar medio antebrazo, pero no pasarse. Eso nunca, apoyar las manos sobre la mesa también es de mala educación.
Como persona con maneras decimonónicas, me importa la cortesía y el buen trato, pero lo que llamamos coloquialmente buena educación es arbitraria; y, por supuesto, lo que llamamos mala educación, también.
El insulto fácil
Si todo lo expuesto no es de mala educación, ¿qué lo es? Un ejemplo muy claro para mí sería el uso de lenguaje capacitista.
Ya sabemos que, por mucho que lo diga la RAE, autista no es un insulto. Desgraciadamente, no somos las personas autistas quienes lo decidimos; tampoco la RAE, no me malinterpretes. Es realmente la sociedad quien designa con su uso qué es despectivo y qué no. Por eso las voces más predominantes tienen mayor responsabilidad sobre ello; véase en el caso de les divulgadores.
La divulgación científica es más necesaria que nunca, pero a veces la cosa se va de las manos. Muchos divulgadores creen, erróneamente, que usar lenguaje soez acerca la ciencia a las personas de a pie, al populacho.
Vemos a psicólogos llamar “subnormal” o que “les sobran cromosomas” a personas que les llevan la contraria. De hecho, estoy pensando en un psicólogo conductista muy famoso de cuyo nombre no quiero acordarme. “Que quede bien clara mi superioridad moral e intelectual”, parece decir a cada tuit.
Y esto es un problema. Por una parte, porque si lo hace alguien con mucha visibilidad y éxito, tendrá imitadores. Y, por otra parte, sabiendo el sesgo de autoridad que impone una persona experta en un tema, es la legitimación del estigma y la discriminación. Es gravísimo que un profesional de la salud mental llame “retrasado” a otra persona, por muy grande que sea la barbaridad que esta haya dicho.
Con ese insulto no estás faltando a esa persona en concreto, sino a todo un colectivo que no es responsable de las ocurrencias de la gente.
La lista de insultos capacitistas puede ser muy larga, pero todos tienen en común el señalamiento de la condición y/discapacidad como algo de lo que avergonzarse, una gran carga.
Qué pasaría si a ese que un día por tuiter le has dicho que tiene un daño cerebral, lo tuviera. ¿Cuál sería ahí el punto? ¿Tiene acaso menos razón o derechos? Tiene el mismo derecho que cualquiera a equivocarse y a que se lo señalen sin necesidad de ser atacado por su condición o discapacidad. Lo mismo vale para nuestra complexión, orientación sexual o género.
USAR MI CONDICIÓN DE INSULTO, ESO SÍ QUE ES DE MALA EDUCACIÓN
Hablando de educación, ya está en marcha la campaña de Goteo para financiar el sexto número de la revista.
Gira entorno a cómo el sistema educativo nos afecta, para bien y para mal, a las personas autistas. También se aportan algunas ideas para construir un sistema mejor y experiencias de todo tipo, desde ABA a educación especial. Incluso un estudio a más de 150 personas. Está mal que yo lo diga, pero ha quedado genial. Y mejor aún en papel, con 52 páginas a color.
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