Necesitamos referentes
Hará un par de días, gracias a un post de @doble_equipo, pude reflexionar sobre la falta de referentes en la expresión emocional autista.
La sorpresa viene cuando quizás no es tanto que tengamos un afecto emocional plano, sino que los rasgos característicos de cada emoción se manifiestan de forma DIFERENTE.
¿Diferente cómo? Pues quizás más centrado en nuestros intereses especiales.
A este respecto, os traigo el testimonio de Andrea, donde reflexiona sobre las consecuencias que le han acarreado no tener referentes. No os voy a engañar, es crudo y puede resultar duro, pero creo que es igualmente necesario. Gracias a Andrea por confiar en este espacio para compartir una parte de su vida.
El reflejo de nadie con quien verse reflejado
Andrea (@felicityofnow1)
AC: autolesiones, ideaciones suicidas
Cuando eres niña y adolescente con discapacidad física y autista y ves que no te pareces a nadie de tu alrededor, ni tampoco ves a nadie como tú en los medios de comunicación ni en la cultura ―porque todos son neurotípicos y sin discapacidad física―, sientes que lo que te pasa a ti no le pasa a nadie. Tus modelos a seguir te hacen sentir que no vas tener una carrera en la música, y decides tratar de encajar y sobrevivir en el mundo donde
las personas como tú son invisibles. Y cuando son visibles, son discriminadas, acosadas y obligadas a adaptarse a un mundo que no está adaptado a tus necesidades; pero te dicen que eso lo hace "todo el mundo".
Navegas sin nadie que te haga ver que tu camino es válido porque nadie navega por los mismos mares que tú. Te encuentras en tierra de nadie porque, al ser la única persona diferente, sientes que no eres nadie. Te ven como algo defectuoso y que hay que arreglar para que encaje en el prototipo de persona funcional, productiva y que no se noten esas diferencias físicas, emocionales y neurológicas con las que tú naciste.
Aprendes que para ser querido, respetado, amado y cuidado tienes que seguir sus exigencias y expectativas, y por más que intentas borrar y
ocultar esas partes de ti que te hacen ser humano ―que es lo que eres, no un robot o un servicio al gusto del mundo―, te acaba desgastando por dentro.
Intentar ser y vivir como dicen y hacen los demás se siente como esa pieza de puzzle que intentas colocar por más que no sea su sitio. La fuerzas, se rompe y se dobla porque no es su sitio, pero teme que si muestra quién es, le puedan dejar solo. Pero al estar con los demás también se siente solo y no entiende el por qué.
Piensa que su manual de instrucciones está mal hecho porque se da cuenta que los demás tienen el mismo y que ella no. Cuando hablan, el idioma parece el mismo, pero no les entiende por más que lo intenta, y ellos intentan hacerle ver que se comunica mal cuando comunica como ella sabe. Y finge estar bien, pero las noches entre lágrimas, el mutismo situacional, las crisis de ansiedad, ataques de pánico, el arrancarse las uñas y los pelos de la cabeza, clavarse los dientes en las piernas, apretarse los brazos y las piernas hasta dejarse marca y rascarse los brazos, piernas y pecho con las uñas hasta hacerse sangre y esos pensamientos intrusivos y oscuros dicen lo contrario. Decides solo rascarte para poder expresar ese dolor emocional que duele más que el dolor físico, pero cuando lo haces te sientes culpable, responsable por hacerlo. Esas canciones que son ese "grito de ayuda" que nadie escucha.
Al leer el patito feo con 5 años te das cuenta que también es tu historia, como alguien que es diferente y es rechazado por su especie. Las lágrimas caen en la mesa reflejando ese dolor que ocultas y que los demás no parecen verlo cuando se lo cantas; lo ignoran, pero te das cuenta que hasta el patito feo tiene su final feliz, menos tú. Eso se fue demasiado para alguien tan joven. Entonces empezó a escuchar unas voces repitiendo lo que los demás dicen de ella y lo que ella piensa: que nunca va a encontrar el amor que ve en las películas de Disney, y todo sigue igual.
Su único sentido en la vida eran las canciones. Los artistas y cantantes daban forma a su manera de afrontar el mundo y de hablar de lo que sentía por dentro.
Poco a poco encontró adultos comprensivos. Ella nunca tuvo la culpa de lo que la hicieron ni de estar 18 años sin un diagnóstico. Aceptó que ser una persona autista con discapacidad física, asexual, arromántica y de género no conforme no es nada malo. El 2 de mayo del 2021 consiguió 0 días sin hacerse daño y el 14 de mayo del 2021 consiguió 14 días sin pensamientos suicidas y de hacerse daño. Después fueron 12 días más sin hacerse daño tras recaer. La recaída fue el 30 de abril del 2021 cuando Aitana estrenó la canción Ni una más, que desbloqueó un recuerdo de un abuso sexual. Pero Santi y Toni, de mi instituto, me ayudaron a ver que no era mi culpa, y poco a poco fui estando mejor. Esa niña y adolescente ahora tienen 24 años. Llevo 3 años limpia y sobria, sin hacerme daño y sin pensamientos suicidas. Una superviviente del sistema educativo que me falló, no yo a él.
Y quiero decirle a esa niña y adolescente que son válidas, valiosas, importantes y que nunca tuvieron la culpa ni la responsabilidad de nada.
Y si alguien necesita hablar aquí estoy.
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