¿Pueden ayudar las redes sociales a nuestra salud mental?
Hoy os traigo una historia de duelo. El duelo de descubrirse autista en la adultez. Es demasiado tarde ya para recibir los apoyos que tanto ansiaste en tu infancia y extrañas un tiempo pasado que nunca ocurrió. Afortunadamente, asoman rayos de esperanza cuando echas la vista hacia el futuro y, por lo menos a partir de ahora, no volverás a pasar por lo mismo. Sabes quién eres y sabes lo que necesitas, y eso es liberador.
Muchos de estos auto-descubrimientos se dan gracias a las redes sociales. Nos permiten leer y conectar con otras personas, aunque estén a miles de kilómetros de distancia. Para las personas autistas, sobre todo aquellas que somos más introvertidas, abrirnos al mundo de esta manera es toda una revolución. Nos sentimos identificades por primera vez con las vivencias de otras personas, porque hemos experimentado vidas paralelas. En esencia, el relato siempre es el mismo: “siento que no encajo, ni sé cómo hacerlo”.
Es por ello importante dejar a un lado los prejuicios que podamos tener respecto a las redes sociales y los auto-diagnósticos, y reflexionar sobre cuántos de estos están fundamentados en el clasismo, capacitismo, adultismo, etc… Es innegable que el tema de la salud mental ha sido un gran tabú y como aquello de lo que no se habla, no existe, nos ha aislado todavía más.
Es más, existía una gran brecha en el acceso a la información y eso ha impedido el acceso a la misma de los sectores menos favorecidos de la población.
Las redes sociales abren puertas y ventanas, y es refrescante y esperanzador sentir ese soplo de aire fresco.
Rompiendo la brecha de la salud mental gracias a las redes sociales
Cris Padrón (ella) - @c.padronsaludmental
Mujer autista e hiperactiva diagnosticada a los 26. Mamá desde hace 5 meses. Emprendedora, gestionando mi proyecto de Acompañamiento en Salud Mental a personas Neurodivergentes. Antigordofoba y anticapacitista.
Replantearme ser mujer autista me está ayudando a conocerme, entenderme y ser compasiva conmigo misma. Agradezco a todas las mujeres y personas socializadas como mujeres por abrirse en las redes sociales y permitirnos a otras encontrarnos.
Llevo desde los 15 años arrastrando la etiqueta de "trastorno adaptativo mixto: ansiedad y depresión", lo que ahora sé que es un mal diagnóstico y el resultado del capacitismo y el bullying. 10 años después sano, gracias a la maravillosa comunidad de personas neurodivergentes que he encontrado en las redes sociales y a une psicólogue neurodivergente y formade en género y neurodivergencias.
Actualmente me encuentro en este punto: transito mi reciente maternidad como mamá neurodivergente, me reconozco en la discapacidad social y he acabado mi evaluación sobre autismo para obtener mi diagnóstico 'oficial'.
En mi caso, el proceso de auto-diagnóstico ha sido más duro que el del diagnóstico 'oficial'. Tuve síndrome de impostora, sentía que yo no era 'suficientemente autista', pero por otro lado me sentía tan identificada con lo que mis referentes compartían que sentía un "tiene que ser esto", con miedo y entusiasmo.
Para mí, darme cuenta por fin que sí 'podía' ser autista y convencerme de ello, supuso un duelo. Un doloroso repaso por toda mi historia vital con pelos y señales, identificando todos los momentos en los que si hubiera sabido que soy autista y/o se me hubiera acompañado en ello todo hubiera ido mejor.
Ahora identifico todos los momentos en los que la Cris pre-diagnóstico estaba sobreviviendo en un mundo sin adaptaciones para ella, en el que se olvidaron de darle las instrucciones que los demás sí tenían.
Ahora me despido del masking, impongo mis límites, y transito una nueva socialización respetándome.
Siento como si mi cuerpo y mente fueran otro país y yo fuera una migrate que no entiende ese idioma. Estoy aprendiendo a hablar la lengua de mi autismo para poder respetarme. Y eso es muy costoso.
En mi caso tengo el privilegio de haber accedido a la información para mi auto-diagnostico a los 25 años y obtener mi diagnóstico oficial a los 26.
Con 25 años, 2 psiquiatras y 6 psicólogos después, consigo sola (y gracias a mi comunidad) mi auto-diagnostico.
Impulsada por mi maternidad, para no criar en el masking y la invalidación a mi hijita. Como tuvieron que hacer mis padres y los padres de mis padres, por la falta de recursos y la cultura de la invalidación emocional.
En España, los nietos y bisnietos de la guerra estamos rompiendo la brecha de la salud mental gracias a las redes sociales.