Después del revuelo causado por la última newsletter, hoy trataré de responder a las preguntas que me han ido llegando esta semana. Sí, estamos hablando del famoso artículo sobre la proteína CPEB4 y el autismo. Id tomando asiento.
1. ¿Por qué estudiaron esa proteína (CEBP4) y no otra?
En primer lugar, este grupo de investigación ya tenía un artículo previo (en 2018) sobre la relación de una versión acortada de la CEBP4 y el autismo. Es decir, han continuado con su línea de investigación, lo cual es habitual en ciencia para reaprovechar el conocimiento y la expectación generados. Además, si ya lograste publicar aquel artículo en una revista de impacto, es probable que también consigas hacerlo con el nuevo.
Sin embargo, puestos a ponderar el peso real de CPEB4, su gen ni siquiera está entre la lista de los que mejor predicen el autismo en estudios poblacionales, a diferencia de otros candidatos como PLEKHA8, PRR25, FBXL13, VPS54, SLFN5, SNCAIP ó TGM1.
Es más, en su artículo del 2018, justifican la elección de dicha proteína porque su manipulación cambió el fenotipo de un modelo de ratón de X-frágil en otro estudio. Sinceramente, una evidencia bastante lábil en la que basarse.
Lo que sospecho que ha ocurrido, en cambio, es que desde una perspectiva terapéutica tiene más sentido buscar una proteína que controle a muchos otros genes, para así justificar su intervención. Como si se tratase de una llave maestra.
No es posible actuar sobre los más de 200 genes relacionados con el autismo, no hay fármaco ni terapia génica que pueda hacerlo; es más, a nivel ético y biológico acarrearía muchos problemas, ya que entraríamos en el campo de los humanos a la carta y en una reducción de la diversidad genética, imprescindible para nuestra especie.
Por eso, resulta más fácil de vender una proteína supuestamente defectuosa que sea a la vez el interruptor o la llave maestra porque controla la expresión de muchos otros genes, frente a simplemente aceptar el carácter poligénico del autismo. Además, cabe recordar que esa versión acortada de la CEBP4 ni siquiera es una mutación ni algo exclusivo del autismo, toda la población tiene en mayor o menor medida esta variante.
En conclusión, hay muchísimas otras proteínas implicadas en “ser autista” y esta ni siquiera es la principal.
2. ¿Sería “realmente” posible una cura para el autismo (dados los conocimientos actuales)?
No, las características autistas son la consecuencia de la interacción de muchas proteínas y moléculas como para responder a una única diana terapéutica específica.
La mayoría de medicamentos se unen a proteínas y las proteínas hacen cosas, por tanto, entorpecer o promover la función de esas proteínas es cómo funcionan los fármacos.
Para desarrollar un medicamento que “alivie” las dificultades del autismo tendría que escogerse una única diana, probablemente una que afecta a funciones importantes.
Dicho de otro modo, el autismo y sus genes están intrínsecamente unidos a la condición humana. Ya lo dijo la investigadora Emily Casanova: no es posible separar el autismo del ser humano.
3. ¿Por qué es diferente el tratamiento del TDAH a un hipotético tratamiento para el autismo?
Cuando rozas la mano de alguien que te gusta, ese impulso eléctrico que sientes en la yema de tus dedos se realiza, en realidad, a través de sustancias químicas llamadas neurotransmisores. Estos mensajeros pueden ser estimulatorios (noradrenalina y dopamina, por ejemplo) o inhibitorios (GABA). Los psicofármacos y drogas estupefacientes funcionan porque alteran la química interna. Así, la cocaína o anfetamina (conocidos desde el siglo XIX) evitan la eliminación de los transmisores estimulatorios y, por tanto, aumenta su concentración y su acción.
De igual manera, la mayoría de fármacos administrados en personas TDAH son estimulantes porque consiguen la activación neuronal en las áreas cerebrales relacionadas con la atención y las funciones ejecutivas. En cambio, si pensamos en sedantes como las benzodiazepinas, su mecanismo se acción se basa en promover el efecto inhibitorio del GABA.
Entonces, muy resumidamente, cuando pensamos en psicofármacos, podemos hacerlo en términos dicotómicos de estimulación/inhibición.
Por tanto, desarrollar medicamentos para incrementar la productividad en personas TDAH ha sido “fácil” porque se han basado en sustancias estimulantes que ya se conocían desde hace 150 años aprox.
No obstante, desarrollar un hipotético tratamiento para el autismo nos exigiría tener una definición del mismo y unos objetivos claros. ¿Qué queremos estimular o inhibir exactamente? ¿Para qué? ¿Qué áreas cerebrales están involucradas?
En el caso del TDAH, sí son respuestas muy concretas: dopamina y áreas relacionadas con la atención. Ahora bien, en el autismo, ¿qué queremos promover exactamente…?
¿Que nos comportemos como personas alistas?
¿Que consigamos tener un small talk?
¿En qué región anatómica se encuentra exactamente eso de ser un bienqueda y lograr caer bien a las personas neurotípicas? /sarcasmo
¿Para qué invertir recursos en adaptaciones que mejoren nuestra calidad de vida? ¿Para qué buscar que tengamos las mismas oportunidades y derechos y cero discriminación? /sarcasmo
Estamos pidiendo que las personas autistas se comporten como NT y eso no va a ocurrir. Es como pedir peras al olmo. Los objetivos terapéuticos son abstractos y basados en la subjetividad del ojo que nos mira y evalúa. De ahí, que lo más “efectivo” sean las terapias de conversión y maltrato (tipo ABA) para que hagamos masking.
4. Últimas correcciones
Por último, en la sección de dudas me gustaría incluir un par de correcciones a este tema que vi en el directo de Isabel Paula con Anabel Cornago. Me gustó mucho que mencionasen la aberración de vincular el autismo con ese artículo en particular (que miran una isoforma de un gen… ni siquiera exclusivo de personas autistas, ni entre los mejores predictores). I. Paula logró transmitir muy bien este mensaje, así como las nefastas consecuencias de la comunicación mediática, algo que ella expresó en términos de “dar un paso atrás en la divulgación del autismo”. Coincido plenamente y sin ánimo de tumbar su explicación, sí me gustaría hacer algunas aclaraciones al artículo en discordia, pues este es muchísimo más básico de lo que dio a entender.
a) ¿En ese artículo revierten el neurodesarrollo autista?
No. El modelo más cercano que se usa al autismo son ratones transgénicos, que ni siquiera son un gran modelo como tal, y se utilizan para comprobar que la isoforma corta de la proteína CPEB4 forma agregados.
En ningún momento introducen la variante larga de la proteína y el ratón deja de ser autista o algo similar.
El resto del artículo se basa en células derivadas de neuroblastomas, que es un tipo de cáncer. Esto habitual en experimentación pues es capaz de generar células de forma indefinida. No es que el cáncer y el autismo estén relacionados. También utilizan ovocitos de rana, que es un modelo in vitro para estudiar la expresión de genes y proteínas. En cualquier caso, no conviene confundir ambas células con un individuo humano autista hecho y derecho :)
Resulta especialmente relevante mencionar estos modelos celulares puesto que los experimentos que se realizan con ellos tienen más que ver con la cocina que con la realidad biológica. Sin ir más lejos, la proteína CPEB4 forma agregados cuando se aumenta el pH, una coyuntura que se simula en el laboratorio de manera mucho más abrupta y bestia de la que puede darse en una neurona.
Es como echar lima al ceviche (baja el pH con el ácido) para desnaturalizar las proteínas del pescado y cocinarlo. Los factores como el pH y la temperatura son formas habituales de cocinado de proteínas. En ese sentido, el artículo únicamente nos dice que 1 de las más de 200 proteínas que se han asociado al autismo tiende a formar agregados cuando se cambia el pH o la temperatura. Eso exactamente es lo que dice el artículo en disputa. Pero como dije la semana pasada, no es un titular que venda precisamente.
b) ¿Ratones autistas?
En este estudio en particular, sobreexpresan la versión corta de CPEB4 en ratones y aseguran que sus características neuroanatómicas, electrofisiológicas (funcionamiento neuronal) y comportamentales son las esperables del fenotipo autista. Evidentemente, un ratón con un desequilibrio en esta proteína no es un buen modelo de autismo y los modelos con los que se comparan, tampoco.
Por ejemplo, miden cuánto se comunican los ratones, sus interacciones con sus pares o su forma de correr por la caja. Como si todo el autismo fuera únicamente correr raro y no relacionarse (que un poco sí, pero vamos a ver).
En 2011, Nature publicó un estudio que presentaba un nuevo modelo de ratón con el gen SHANK3 mutado, que supuestamente reproducía el comportamiento autista. Después, nadie más, ni siquiera los autores originales, han vuelto ha conseguir lo mismos resultados con estos ratones. Y no porque aquel estudio fuera fraudulento, sino porque el ratón con el gen SHANK3 no era ni es un modelo de autismo. Una cosa es que haga cosas raras, y otra que sea autista.
Dejo una pregunta en el aire: ¿y si el autismo es inherentemente humano?
En resumen, condiciones tan complejas como el autismo, la esquizofrenia o, incluso, la depresión, no pueden inducirse mutando un único gen.
En el fondo, es como cuando vemos a un perro enseñar los dientes por el estrés y pensamos que nos está sonriendo. Una cosa es lo que creemos ver porque nos resulta familiar, y otra, los procesos reales que están ocurriendo por detrás.
CONSECUENCIAS:
Legitimación de la violencia contra las personas autistas
Una buena amiga NT me preguntaba qué es lo que más miedo me daba de esta noticia. Ya hemos concluido que se trata de una chapuza científica y mediática. Esto ya por sí solo da mucho miedo porque puedes comprobar lo bajo que están los estándares para el autismo.
Da la impresión que “todo vale” con tal de buscar un tratamiento y, sinceramente, eso es muy humillante y deshumanizante. Nadie se imagina esos mismos titulares para otras condiciones.
Las “evidencias clínicas” que aclaman algunas personas se basan en estudios realizados con 3 varones blancos autistas de entre 7 a 64 años. Estoy exagerando, pero no mucho. Se hace un totum revolutum en el que se elimina la individualidad y la autonomía personal. ¿A quién representa un niño blanco de clase alta de 7 años de las afueras de San Francisco? Pues eso. Quienes estamos al margen quedamos sin derecho a la subjetividad.
Desear nuestra terapia/tratamiento/eliminación de nuestros rasgos característicos es de una violencia atroz y despiadada.
La comunidad autista ha llegado al consenso de que no se puede separar la identidad autista del individuo. El autismo corre por nuestras venas, impulsa nuestros músculos y nos hace ser como somos. Pretender eliminar el autismo sin eliminar a la persona no es posible, y parece que muchas madres también están al tanto de ello. Si el autismo no fuese una identidad, no se autodenominarían madres azules, sino “madres con azul”. El autismo también les atraviesa como madres y así lo indican.
Honestamente, ser madre es una mierda, tengas hijes autistas o no.
Sin embargo, parece que solo tienes derecho a quejarte si son autistas.
Caso a) NT. La periodista y presentadora de TV, Samanta Villar, recibió un aluvión de críticas por afirmar “mi vida es peor desde que tengo hijos”.
Caso b) Autistas y necropolítica. Discapacidio justificado por la prensa.
CONCLUSIONES
El hecho de que la prensa proclame una supuesta “cura” para el autismo supone una legitimación de la violencia y la necropolítica contra las personas autistas pues no se puede escindir la condición de la persona.
Estoy convencida de que el día que salió la noticia se descorcharon muchas botellas de champán e insisto que no podemos utilizar a la ciencia con fines de esperanza cristiana en adviento. Y mucho menos cuando está en juego la eliminación de nuestra existencia.
En conclusión, no se puede ser capacitista y chapuzas al mismo tiempo. Si quieren buscar la “cura del autismo”, que lo hagan, pero que lo hagan bien, por favor. Yo estoy muy tranquila porque sé que es imposible.
Si publican artículos que tienen que adornar con promesas insostenibles, es porque aplicando el método científico no se obtienen las respuestas que a muchos les gustaría.
El autismo es inherente al ser humano. No podrán eliminarnos ni encontrar nuestra “sanación”.
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